CONCLUSIÓN
“La función y el reto para la educación
básica sus docentes y escuela para garantizar la equidad y la inclusión “
La educación hoy en día esta contribuyendo a superar las desigualdades y reducir la brecha social, por lo que se realizan esfuerzos para que realmente se
convierta en un motor de mayor equidad social. El movimiento de la inclusión ha
surgido con fuerza en los últimos años para hacer frente a los altos índices de
exclusión y discriminación y a las desigualdades educativas presentes en la
mayoría de los sistemas educativos del mundo.
El ofrecer una educación inclusiva a los alumnos ya que es un avance y una trasformación radical en las prácticas educativas
a lo largo de todo el sistema educativo. Pero esta misma experiencia ha puesto
de manifiesto diversos planteamientos, normativas, organizaciones, servicios y
prácticas cuya mejora se hace evidente, como denuncian reiterada y
conjuntamente padres y profesionales.
Es preciso clarificar y profundizar una concepción
más uniforme, completa que comprenda la totalidad de las necesidades educativas
especiales y la globalidad de cada una de ellas, a fin de conseguir que esta
visión se generalice en toda la comunidad educativa y, en último término, en
toda la sociedad. Sólo desde una concepción más humana y pedagógica de los
alumnos con n.e.e. pueden generarse las actitudes que permitan alcanzar el
objetivo de una educación de calidad, equitativa y para “todos y cada uno”.
Es necesario
alcanzar una escuela realmente inclusiva, basada en el modelo curricular y que
asegure la convivencia, la colaboración y la participación de todos. Esta educación debe garantizarse a lo largo de
todo el sistema educativo como parte de los derechos fundamentales que tiene
toda persona, también los alumnos con n.e.e. graves y permanentes (Convención
de la ONU, 2006).
La educación
inclusiva debe impregnar y orientar la organización, la planificación
educativa, la distribución de los recursos y el diseño de las prácticas
pedagógicas, aprovechando la autonomía de los centros educativos, desde los
Proyectos Educativos Generales hasta los Proyectos Educativos Individualizados.
Es preciso organizar una estructura de servicios
personales y materiales suficiente que asegure la prestación de los apoyos
especiales que estos alumnos precisan para su completo desarrollo. En este
sentido, hay que determinar los perfiles profesionales y adecuarlos a las
necesidades reales de los alumnos. Pero el éxito educativo de los alumnos con
n.e.e. no será posible sin la implicación de toda la comunidad educativa:
órganos directivos, tutores, orientadores y principalmente de los propios
alumnos y de sus familias.
Es necesario conseguir diagnósticos universales y
con la periodicidad suficiente. Conviene insistir menos en las categorías
diagnósticas de los alumnos y referirse más a los recursos precisos para
conseguir la no discriminación, la igualdad de oportunidades y la accesibilidad
universal. Las adaptaciones curriculares deben centrarse menos en la superación
de los déficits individuales e intentar adaptar los contextos educativos.
Es urgente mejorar la calidad de los servicios
ofertados en la escuela por los resultados académicos, a fin de superar la
derivación de los alumnos con n.e.e. a la escolarización en el modelo
específico (centros o aulas). La inclusión en la etapa de la educación
secundaria y superior – donde conviene incidir de manera especial en la
formación y en las actitudes del profesorado- continúa siendo un tema pendiente
para los próximos años.
Los alumnos con n.e.e. graves y permanentes
precisan una atención especial en su capacitación para adaptarse al medio y
conseguir una vida independiente. La preparación para el mundo del trabajo, en
la medida en que cada uno pueda alcanzarla, es una parte fundamental de su
educación y realización personal. Los currículos de estas personas deberían
contemplar fundamentalmente este enfoque funcional.
Más allá de los planteamientos pedagógicos,
sociales, políticos,…la educación inclusiva desemboca en una cultura de la
diversidad que impregna a toda la sociedad de los valores implícitos en las
diferencias individuales, que todos cultivamos: la aceptación del otro, el
respeto, el disfrute de las diferencias, la complementaridad de nuestras
individualidades y la solidaridad